domingo, 12 de agosto de 2018

Los dinosaurios en la empresa

No sé si necesitamos más pruebas para darnos cuenta de que en la sociedad actual, no digo la de otros países; pero al menos la española, tiene muchos prejuicios contra la edad. Ese prejuicio e indiferencia hacia la experiencia laboral de una persona, se ve claramente en el entorno laboral. Las empresa, sean grandes o pequeñas, tratan a la gente de cierta edad como reacios a asumir riesgos y a la flexibilidad. En el entorno de muchas empresas, la gente ya madura puede sentir que se van erosionando poco a poco dentro de la empresa.

Muchos nos vamos dando cuenta de la edad que ya tenemos, pero no solo la edad biológica sino también la social. Por mucho que intentemos modificar nuestro aspecto, por muchos tatuajes que nos pongamos para sentirnos más jóvenes, más a la moda, más cool, la edad está ahí; socialmente en muchos aspectos, uno está fuera de juego.

En el entorno laboral, los trabajadores de más edad abandonan el barco mucho antes de estar mentalmente o físicamente incapacitados, por no hablar de los que llegan a la cincuentena en peores condiciones que los que están a punto de jubilarse.


En el siglo XIX, se prefería la mano de obra joven, simplemente porque era barata. Los jóvenes trabajaban por unos salarios bastante más bajos que los de los adultos. Esta situación no ha cambiado y la relación entre juventud y salario bajo está al orden del día. Pero el salario bajo no es el único de los atractivos que atrae a los empresarios. La empresa está convencida de que los trabajadores ya con muchos años a sus espaldas tienen modos de pensar inflexibles y son reacios al riesgo, además de carecer de la energía física, brío y empuje necesario para hacer frente a las exigencias de la empresa. En muchas profesiones, después de cierta edad, se puede decir que estás muerto. Muchos empresarios piensan que si tienes más de cincuenta, laboralmente estás acabado, independientemente de toda la experiencia laboral que hayas acumulado a tus espaldas.

La flexibilidad en el entorno laboral es sinónimo de juventud, mientras que la rigidez es sinónimo de vejez. En muchas empresas, el binomio edad-rigidez explica muchas de las presiones que las empresas ejercen sobre sus ejecutivos para que se retiren cuanto antes. Por otro lado, la gente con más años y experiencia a sus espaldas, tienden a ser más críticos con sus superiores, que los que están empezando; están más dispuestos a criticar las decisiones tomadas; vamos, que no se muerden la lengua. Los jóvenes toleran más las decisiones y si no les gustan, se marchan; no están dispuestos a pelear dentro de la empresa ni tampoco por ella. Para los estrategas de la empresa, la flexibilidad de los jóvenes les hace más maleables en términos de riesgo y sumisión.

Muchos trabajadores mayores están hasta las mismísimas pelotas de aguantar tonterías años y años (me incluyo yo en este grupo), pero son demasiado mayores para mover el culo y conseguir trabajo en otro sitio. Trabajo en una gran empresa y doy fe de ello. Muchos de estos trabajadores ya son cadáveres laborales con formación obsoleta que no tendrían un hueco en el mercado laboral actual.
Si hablamos de un campo como el de la informática y las telecomunicaciones, los conocimientos adquiridos hace una década no sirven para nada y muchos ya son demasiado viejos para reciclarse y volver a empezar.

En la empresa, los trabajadores mayores se quedan, los jóvenes que pueden se marchan en cuanto se les presenta una oportunidad; la lealtad a la empresa se la trae floja.

El paso del tiempo nos da miedo. Toda la experiencia que hemos acumulado, la vemos como algo ya pasado de moda y esta visión lo único que hace es poner en peligro la valoración que tenemos de nosotros mismos.

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