jueves, 5 de julio de 2018

Orgullo ¿qué?


Ya sé que estaréis pensando “gay, gaaaayyyy, ¿con qué tontería me viene ahora esta?”. A ver, alguien puede estar orgulloso de haberse trabajado para ser mejor persona, haber conseguido con esfuerzo un logro, pero… ¿de su identidad sexual?. A los que seáis padres, sinceramente, ¿os imagináis diciendo a vuestro hijo/a “a mis brazos, me siento muy orgulloso/a de que seas gay, hijo/a?”, no, ¿verdad? Ser gay no hace ni mejor ni peor persona, por lo que la identidad sexual no es algo de lo que nadie debería sentirse orgulloso ni avergonzado.

Cuando en Madrid se dio la primera manifestación para la reivindicación de los derechos de los homosexuales, organizada por el Frente de Liberación Homosexual  de Castilla (Madrid aun no era una comunidad autónoma), en España aun era un delito el ser homosexual. De eso han pasado 40 años. 

Aspecto de la cabecera de la primera manifestación del Orgullo Gay que se celebró en Madrid el 28 de junio de 1978 - EFE

Por lo que puede verse en las fotografías de ese 28 de junio de 1978, los participantes no vestían de forma estrafalaria, ni bailaban, ni iban en carrozas, simplemente, reivindicaban los derechos que deben ser inherentes a todo ser humano. Desde entonces, en Madrid todos los años se fue sucediendo en verano esa manifestación, y dado que en 1979 dejó de ser delito en España el ser homosexual, muchos homosexuales fueron olvidando el verdadero espíritu de esa concentración anual y desvirtuando su objeto para ir convirtiéndolo en un show callejero de gays jóvenes a lo grande. Parece que se les ha olvidado que aun hay países en el mundo en los que ser homosexual sigue siendo delito y aun en algunos, incluso es motivo de pena de muerte, y que no hacen ningún favor a las personas homosexuales de esos países dando la imagen de que la homosexualidad implica ser una persona superficial que se pasea por la calle o va en una carroza en bañador, y de que además para ser valorado por la comunidad gay hay que estar musculado o como mínimo fibroso. Apartan a los mayores, a los que tienen tripa o a los que tienen arrugas, por muy homosexuales que sean.

No hay pancartas instando a la erradicación de pena de multa, cárcel o de muerte por ser homosexual en los países en los que aun se da esa situación; eso podría cortar el buen rollo, se está de fiesta. ¿Qué se está celebrando y qué se reivindica actualmente en la fiesta del Orgullo Gay en Madrid entonces, que uno puede bailar en bañador en lo alto de una carroza en una fiesta multitudinaria? Está muy bien celebrar que el colectivo gay ha conseguido derechos importantes, equiparándolos a los de los heterosexuales, pero cuando esa celebración ha pasado a ser mera diversión por la diversión, ya no hay objeto histórico de celebración, sólo hay una fiesta callejera, y en Madrid, de lo más superficial. 

Ni en Nueva York, ni en Londres ni en París los gays que participan en el desfile enseñan tanto torso y tanto trasero al desnudo como en Madrid. Al Ayuntamiento de Madrid le ha venido muy bien poner todos los medios a su alcance para la organización de ese tipo de fiesta porque fueron más de un millón de personas los turistas que estuvieron en la capital de España durante el Orgullo Gay en 2017, además, los turistas homosexuales gastan mucho más que los generales, así que, no le saldría a cuenta un programa más serio, más reivindicativo, más comprometido y más cultural, porque eso significaría menos fiesta y muchos menos turistas que se gasten el dinerito, por lo que cree que lo mejor es un programa que sólo incluya discursos jocosos, carrera en tacones, desfile y actuaciones musicales. 

¿Qué pensarían los homosexuales Federico García Lorca, Óscar Wilde, Patricia Highsmith (escritores), Michel Foucault (filósofo) o Alan Turing (matemático) si vieran el sarao que se organiza en Madrid sin un solo acto dedicado a las artes o al conocimiento en nombre de los homosexuales que han aportado en estos campos?

Me gustaría que el Orgullo Gay en Madrid no fuera sólo una fiesta en la que gays jóvenes, con cuerpos muy trabajados y muy expuestos, bailan y se llaman “maricón” entre ellos. Ser homosexual no implica ser superficial, hay muchísimos que no lo son, pero no están en esta fiesta por ser excluidos implícitamente. Hay todavía mucho que lograr en el mundo en cuanto a los derechos de los homosexuales, pero en el Orgullo Gay de Madrid eso apenas interesa, ha sido tragado por la fiesta.

martes, 3 de julio de 2018

La decepción del consumo

La sociedad materialista en la que vivimos no ha dejado nunca de ser criticada por la gran mayoría de los intelectuales. Ya en su día, Rousseau acusaba al lujo y las comodidades de la vida de corromper las costumbres y virtudes del ser humano. Desde la antigüedad los grandes pensadores han expresado su descontento con una cultura vulgar que se dedica a hacer triunfar las pasiones más mediocres. Estos pensadores han calificado el capitalismo del consumo como el opio del pueblo, como una máquina que no deja de crear falsas necesidades (necesitas tener el último modelo de móvil de la manzanita para pertenecer al grupo de los exclusivos) así como soledad y pasividad por tener que consumir ciertos productos para no estar fuera del grupo.  Si eres una persona adulta y no tienes coche, simplemente porque no lo necesitas, ya se te mira raro y se te hace todo tipo de preguntas. La gente no entiende que no lo necesites. Piensan que no puedes permitírtelo y si te lo puedes permitir y no lo tienes, algo no les cuadra.


La sociedad de la opulencia es incapaz de contentar al ser humano. Promete un paraíso de goces, pero el materialismo no deja de crear frustraciones y decepciones en la inmensa mayoría. Opulencia material frente a un déficit de felicidad, ¿Quién no ha visto al típico jefe con mucha pasta y amargado? Cada vez se consume más pero se vive menos, cuanto más se desatan los apetitos consumistas, más aumenta las insatisfacciones de la gente. El nivel de vida se eleva pero viendo como está la gente hoy en día, en lugar de ver alegría y entusiasmo,  se ve más bien insatisfacción en la mayoría de los ciudadanos. ¿Por qué ocurre esto?, ¿Por qué el consumidor se siente cada vez más frustrado y descontento? Las respuestas las podemos encontrar en las teorías planteadas en su día por dos teóricos del consumo: Scivor Scitovsky y A. Hirschman.

Según el economista americano Scitovsky, esta frustración tiene su origen en un deseo de probar experiencias variadas, de cambio y novedades contantes, ya que éstas son nuestras fuentes principales de satisfacción. Scitovsky distingue el placer como un elemento positivo, frente al confort como un elemento negativo. Según él, al placer siempre lo debe preceder la falta de confort, esto vendría a decir que para poder disfrutar del calor de una buena calefacción, hay que tener frio, igual que para disfrutar de una buena comida hay que tener hambre. Para él, el hombre es incapaz de vivir en un confort completo y gozar al mismo tiempo de un gran placer. Por lo tanto lo que se plantea es un conflicto entre el confort y el placer. Quizás de ahí procede la insatisfacción de mucha gente, que gozando de un nivel de confort alto, son incapaces de encontrar placer en nada, mucho menos en las pequeñas cosas de la vida como un paseo por el campo, una taza de café con un buen libro o un buen disco.

Yo creo que todos nos hemos dado cuenta ya de que las comodidades de las que gozamos hoy en día proporcionan satisfacción al principio, eso es innegable, luego ya es otra historia. La gran mayoría acaban cayendo en la rutina, pues es innegable que lo que se goza con regularidad se vuelve cada vez menos atractivo, es algo que ya damos por hecho y a lo que cada vez le prestamos menos atención. Ese coche que compramos flamante y que mantenemos limpito hasta que empezamos a cansarnos de él. Ya limpiarlo no es tan divertido, ¿verdad?, ahora es una molesta obligación. Y es que las cosas pesan, hay que dedicarles demasiado tiempo y es justamente lo que hoy en día no nos sobra: trabajo, casa, hijos, etc. 

¿Hay alguien que todavía no se haya dado cuenta de que vivimos en una sociedad donde se privilegia el confort material, donde se busca a toda costa el ahorro de tiempo y la eliminación de cualquier esfuerzo físico? Una sociedad donde aparecen nuevos hábitos que impulsan a los individuos a pasar de la búsqueda de placer a la evitación del sufrimiento.

Resulta también interesante la postura de Hirschman al respecto. Él pone el énfasis en la decepción como un elemento inherente al ser humano. Como ésta es inherente al ser humano y toda la serie de bienes materiales son incapaces de aportar las satisfacciones que se esperan de ellos, la experiencia consumista se convierte en el origen de multitud de desengaños. Para Hirschman, los bienes no duraderos como beber y comer aportan placeres intensos y son indefinidamente renovables mientras que los bienes duraderos son propensos a la decepción puesto que no causan placer más que en el momento en el que se adquieren, después se dan por sentado y no se piensa más en ellos; dejan de producir placer al poco de empezar a usarse.

Resumiendo, la adquisición de bienes duraderos deja tras de sí una estela de decepciones y frustraciones que bien podría cuadrar con el espíritu de esta época donde el individuo se siente decepcionado con la política, el trabajo, la pareja, los medios de comunicación, etc.