¿Cuál es la razón para que no
seamos felices? Vamos a empezar con un ejemplo. ¿Recuerdas aquel coche que
tanto deseabas? ¿O aquel piso que querías comprar? La tradición filosófica
afirma que el problema está en que no dejamos de desear. ¿Tú de verdad
recuerdas algún momento en que no hayas deseado nada? Sé que la respuesta es
no. Mientras tenemos el deseo de algo que nos falta, no podemos ser felices. ¿Tú
eras feliz sin aquel coche o sin aquel piso o sin aquella novia que tanto
deseabas? ¿Por qué esto es así? Básicamente, porque un deseo conlleva una
carencia y esta conlleva a su vez sufrimiento. ¡Ay, cuánto sufriste por aquella
chica del instituto!
Ser feliz no quiere decir que
tenemos que tener todo lo que deseamos, aunque si un buena parte, quizás la
mayor parte de lo que se desea. Si sólo deseamos lo que no tenemos, no somos
felices en ningún momento. ¿Te acuerdas qué ilusión cuando te entregaron el
piso o las llaves del coche? Sócrates decía que solo deseamos lo que no
tenemos, lo que no somos o lo que nos falta, y esto lo creen las mujeres. Por
ejemplo, la que tiene el pelo liso lo quiere tener rizado, la que está muy
delgada quiere estar más rellenita. Aunque los hombres no se quedan atrás, ¿a cuántos
has oído por los pasillos de la oficina que están buscando un trabajo mejor?
Ahora la cuestión es la
siguiente: ¿Qué ocurre cuando un deseo es satisfecho? La repuesta es sencilla,
según la filosofía clásica, se acaba con la carencia y por lo tanto, ya no hay
deseo. ¿Te acuerdas cuando ya llevabas seis meses con la novia y ya no querías verla
tanto? ¿O cuando ya el coche no te hacía ninguna ilusión? Y encima, tenías que
lavarlo. En este momento, pasamos a tener ya lo que deseábamos y no podemos ser
felices pues ya no hay deseo. Solo se desea lo que no se tiene. Por lo tanto,
esto se resume en que o deseamos lo que no tenemos y sufrimos por la carencia o
tenemos lo que tanto deseábamos y caemos en el aburrimiento o pasamos a desear
otra cosa. Así que empezaste a querer un coche mejor o un piso más grande.
Schopenhauer afirmaba que la vida
del hombre oscila como un péndulo que se mueve del dolor al hastío. Sí, ya sé
que suena muy solemne, es que Schopenhauer era así, no era la alegría la huerta
el hombre. Decía que en un extremo está el deseo, que mientras no es satisfecho
genera sufrimiento. Una vez se satisface, el péndulo se mueve al otro extremo
donde experimenta el hastío al tener lo que desde ese instante se deseaba.
Ahora, ¿Realmente es todo tan
negativo? Yo creo que no. No niego que Schopenhauer es uno de mis filósofos
favoritos, y ya sé que estarás pensando “Seguramente el autor de este artículo
no es la alegría de la huerta tampoco”. Reconozco que en algunos aspectos
respira excesiva negatividad. Podemos experimentar placer y alegría con lo que
ya tenemos, hacemos o somos porque es realmente lo que deseamos. Por ejemplo,
el placer de escuchar música viene de desear estar haciendo lo que estamos
haciendo: deseo hacer esto ahora y no deseo hacer otra cosa. Esta es la razón
por la que podemos ser felices, y por lo que a veces lo somos: porque hacemos
lo que deseamos; porque deseamos lo que hacemos. Si detestas tu trabajo y no
deseas hacerlo, probablemente seas infeliz (y en ese saco estamos la mayoría).
Aunque en este caso, el hecho de que tengas que hacer tu trabajo se puede
tratar más bien de una obligación que de un deseo. No experimentas placer y
alegría haciendo lo que haces, por lo tanto, dudo que experimentes felicidad.
Hay una historia que quizás hayas
oído. Una abuela le cuenta su nieta a grandes rasgos cuándo ella creía que iba
a ser feliz: cuando se casara, luego pasó a cuando tuviera hijos, luego pasó a
cuando tuvieran su propia vivienda, luego pasó a cuando hubieran pagado las
deudas, y luego pasó a cuando tuvieran más dinero. Total, que la señora se
había pasado casi toda la vida siendo infeliz por desear cosas que no tenía,
así que le dijo a su nieta que el momento de ser feliz puede ser ahora.
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